La exhumación de una fosa común situada en una finca particular de Montefrío (Granada), concretamente en el Cortijo Los Martínez, ha revelado que los falangistas que fusilaron a un total de dieciocho personas en la cuneta de la carretera se “ensañaron” con sus víctimas, dieciséis hombres y dos mujeres de edades comprendidas entre los 18 y los 80 años, según los testimonios orales.
GRANADA, 8 (EUROPA PRESS)
La exhumación de una fosa común situada en una finca particular de Montefrío (Granada), concretamente en el Cortijo Los Martínez, ha revelado que los falangistas que fusilaron a un total de dieciocho personas en la cuneta de la carretera se “ensañaron” con sus víctimas, dieciséis hombres y dos mujeres de edades comprendidas entre los 18 y los 80 años, según los testimonios orales.
Las investigaciones realizadas por el grupo que ha llevado a cabo los trabajos, de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica, han determinado además que estas dieciocho personas no eran milicianos, sino civiles, y familiares de republicanos que huyeron hacia Alcalá la Real (Jaén) para evitar la represión de las tropas de Franco, por lo que su muerte pudo ser la respuesta vengativa de los falangistas a esa huida.
Según ha explicado en rueda de prensa el arqueólogo que ha dirigido las excavaciones, Andrés Fernández, los dieciocho fueron pasados por las armas a la 1 de la madrugada entre el 21 y el 26 de septiembre de 1936, después de que las tropas de Franco los recogieran de sus casas de Algarinejo y de su anejo Fuente de Cesna, y los llevaran a una distancia de poco más de seis kilómetros para matarlos en la primera curva de la carretera que lleva a Montefrío, adonde tardaron en llegar a bordo de un camión unos quince minutos.
Fueron arrojados de manera “aleatoria” a una fosa de unos 10 metros de largo y tan sólo 50 centímetros de ancho, lo que ha provocado que la excavación haya sido “muy compleja” ya que los huesos de los represaliados estaban entremezclados unos con otros.
La exhumación comenzó el pasado 2 de agosto tras una investigación histórica acerca de qué personas podían ser las que se encontraban en el interior del enterramiento clandestino, que ya había sido previamente documentado en el Mapa de Fosas de Andalucía. Una vez localizada la posible ubicación, el equipo procedió a la realización de tres catas arqueológicas.
En las primeras catas ya se encontraron casquillos de un fusil –procedentes de una fábrica de Sevilla–, lo que indicaba que la fosa podría estar justo en el sitio excavado. Así, pronto se detectó el extremo del enterramiento, y se empezó a acotar el perímetro.
GOLPEADOS EN LA CABEZA PARA CABER EN LA FOSA
Probablemente, la fosa fue excavada inicialmente en unas dimensiones menores y después tuvo que ser ampliada para albergar los cuerpos de los fusilados, ya que los restos se concentran fundamentalmente en la parte central. Los cuerpos de las dos mujeres fueron exhumados en último lugar, por lo que se estima que fueron arrojadas las primeras a la fosa. Además, se han hallado piedras a la altura de algunos de los cráneos, indicativo de que fueron golpeados después de muertos posiblemente para que, dada la escasa anchura de la fosa, cupieran en el hueco excavado.
Los indicios hallados tras un primer análisis antropológico de los huesos –que están a la espera de practicársele el análisis de ADN– han determinado, según ha explicado Fernández, que fueron “maltratados” y que se “ensañaron” con ellos. De hecho, uno de los más jóvenes, de entre 18 y 20 años, tiene dos impactos de proyectil en el occipital del cráneo, por lo que se cree que pudo resistirse, otro, de entre 40 y 45 años, sufrió una fractura antes de morir y un tercero fue “posiblemente maniatado”, por la disposición en que se han encontrado los huesos de sus extremidades superiores.
Una de las dos mujeres, la más joven, de entre 18 y 19 años, tiene la mandíbula rota, por lo que se cree que podría tratarse de una chica que, según los testimonios de los testigos, se agarró a su padre cuando fueron a por ella los falangistas, y fue por ello golpeada con una sartén en la cara.
Junto a los restos se han encontrado efectos personales de los fusilados, como una boquilla para fumar, una peseta de plata de 1870, hebillas, botones, un dedal, e incluso unas llaves junto a los restos de una mujer que podría tener probablemente 80 años.
Para Fernández, lo más reconfortante de los trabajos ha sido la colaboración de los familiares de los represaliados. “Después de terminar las tareas, queda la recompensa moral, la tranquilidad interna de que, con el mayor respeto y cariño, se recuperen los restos de unas personas para que puedan ser enterrados con dignidad. Mi opinión personal es que cada vez que se abre una fosa se cierra una herida”, ha señalado el arqueólogo.
Según ha explicado la presidenta de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica, Maribel Brenes, la petición de exhumación llegó a través del alcalde de Algarinejo, Antonio Cobo, que a su vez había recibido el requerimiento de los familiares de los fusilados. Según ha informado el primer edil, los restos ya reposan en la capilla del cementerio y con posterioridad serán enterrados en una zona del camposanto que se ha reservado al efecto, a no ser que las familias los reclamen, en cuyo caso se llevarán a sus respectivos panteones.
Durante la presentación de los resultados de la exhumación, a la que han acudido muchos de estos familiares y el propietario de la finca que fue excavada, se ha presentado también el documental de Jorge R. Puche ‘La memoria del olvido’, con testimonios de las personas que vivieron la Guerra Civil y la Posguerra en Algarinejo y con imágenes de la exhumación. Además, el comisario para la Memoria Histórica, Juan Gallo, ha agradecido a los encargados de los trabajos su “discreción” y ha recordado que la provincia de Granada es uno de los lugares de Andalucía con más represaliados que desaparecieron “no en la trinchera de una guerra, sino en las cunetas, muchos torturados antes de morir”.
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